Más de 800 millones de personas en el mundo viven aún con menos de 1,25 dólares al día, carecen de alimentos, agua potable y saneamiento adecuados. En pleno siglo XXI esta lacra social todavía persiste. Es por ello que cada 17 de octubre se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, una jornada en la que se recuerda que reducir la pobreza y erradicarla es una obligación de todas las sociedades.
La pobreza no es solo una cuestión económica. Es un fenómeno multidimensional que comprende, además, la falta de las capacidades básicas para vivir con dignidad. Es un problema de Derechos Humanos urgente y las personas que viven en ella se ven expuestas a la denegación de su dignidad e igualdad.
El padre Joseph Wresinski –una de las primeras personas que puso en evidencia el vínculo de los derechos humanos y la extrema pobreza– fue quien pidió a la sociedad luchar contra este problema el 17 de octubre de 1987. Fue cinco años después cuando la Asamblea General declaró este día como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
“La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos“. Platón, filósofo griego.
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